Parques Nacionales Chilenos: Información sobre Visitas y Reservas
En el sector Parque Inglés del Parque Nacional Radal Siete Tazas, comienza uno de los recorridos más desafiantes y sorprendentes de la zona central de Chile: el sendero El Bolsón. Esta ruta de aproximadamente 22 kilómetros ida y vuelta no solo ofrece un contacto directo con la belleza nativa del bosque maulino, sino también una verdadera prueba de resistencia para quienes buscan más que una caminata escénica.
La travesía inicia en un camino rodeado de robles y coigües, avanzando siempre en subida, como suele ser costumbre en los senderos cordilleranos del país. A medida que se gana altura, los árboles se abren paso a paisajes más abiertos, con roca expuesta, matorrales resistentes y una vista que en días despejados permite divisar el perfil del famoso Colmillo del Diablo.
El terreno exige atención: no se trata de una caminata familiar ni recreativa. A pesar de estar habilitado por CONAF y contar con señalética en varios tramos, la ruta no está exenta de peligros. En temporadas recientes, algunos tramos han mostrado signos de deterioro, como deslizamientos de tierra o pasos angostos sobre quebradas profundas, lo que convierte al sendero en una opción más adecuada para senderistas con experiencia y buen estado físico.
Quienes lo han recorrido mencionan que, aunque la información en línea indica que el parque está abierto, al llegar se han encontrado con accesos cerrados. Por eso, se recomienda confirmar directamente con CONAF antes de emprender el viaje y reservar los cupos con anticipación, especialmente si se desea acampar en el Refugio El Bolsón, ubicado al final del sendero.
El tiempo estimado para completar la caminata es de 8 a 10 horas ida y vuelta, dependiendo del ritmo y las condiciones del terreno. Se recomienda salir temprano, llevar calzado de trekking, abrigo por capas, agua suficiente y, en lo posible, un bastón para mayor estabilidad en los descensos.
El Bolsón no es un destino para todos, pero sí uno que recompensa con creces a quienes se atreven a explorarlo. Un viaje exigente, sí, pero profundamente inmersivo, donde el silencio del bosque y la inmensidad de la cordillera ofrecen una experiencia que permanece mucho después del regreso.